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Juan Espinoza: Desentrañar el Liberalismo Económico

Columna de Juan Espinoza Briones
Miércoles 10:41 pm, 28 Mar 2018.
Juan Espinoza Briones
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Juan Espinoza: Desentrañar el Liberalismo Económico

Para abrir esta exposición, vamos a hacer una recapitulación de los temas que hemos planteado en participaciones pasadas. En la primera entrega delineamos los escenarios a los que se enfrentaría la izquierda en caso de que su candidato resulte ganador de la próxima elección. Mostramos -y lo vivimos en el debate al que asistió AMLO en Milenio TV la semana pasada- que un gobierno fiel a los principios reales de la izquierda no conviene a los intereses de -los verdaderos gobernantes- las grandes corporaciones, tanto nacionales como extranjeras; porque atenta contra sus verdaderos propósitos: la extracción y acumulación de la mayor cantidad posible de recursos del país.

Posteriormente, develamos que el “Divorcio Político” es una maniobra que la candidata y los candidatos presidenciales utilizan a la hora de intentar convencer a la ciudadanía por la emisión del voto a su respectivo favor. Pusimos de manifiesto que los candidatos de derecha “renuncian -de palabra ante la ciudadanía- a sus ideales políticos” y se orillan a un discurso lo mas cercano posible a la izquierda y a las mayorías. Se hacen ver como “Candidato Ciudadano” o “Candidato Independiente”. Bajo estas categorías, todos se ponen al mismo lado de los electores.

Por último, vimos que derivado del “Divorcio Político” que está viviendo el candidato de izquierda, se crea un “Dilema” en el que debe tomar partida hacia qué sector social gobernaría en caso de que resulte electo, y/o que se le permita acceder al poder. Tanto a ciudadanía como a empresarios trata de persuadir con un discurso que intenta darle al blanco de su interés correspondiente. Contrario a los candidatos de derecha, AMLO se acerca a los dueños del dinero -banqueros y petroleros- por medio de una alocución que se asemeja mucho a los planteamientos de la derecha y del esquema ideológico y político que protegen y perpetúan desde hace más de tres décadas.

¿Por qué se dan estos eventos? ¿Qué esquema ideológico y político hay de trasfondo, que lleva a que vivamos procesos como los que registramos anteriormente? ¿Cuáles son sus principales características? Dar respuesta a estos planteamientos conduce, de manera obligada, a examinar las entrañas de dichos esquemas socioeconómicos que se están recetando a nuestro país. Con ello, a partir de aquí y en entregas futuras de esta columna, nuestro esfuerzo tendrá como propósito explicar por qué las cosas suceden como suceden dentro del sistema en el que nos toca sobrevivir. No nos ocuparemos de emitir un juicio de si es bueno o malo. Solo daremos cuenta de las implicaciones que ha tenido desde sus orígenes hasta nuestros días.

Atendiendo a nuestro objetivo central, la presente entrega ofrece una síntesis de los aspectos más destacados que enmarcan al “Liberalismo Económico”. No es pretensión de este texto -ni de los próximos-el análisis, diálogo y/o profundización de la corriente liberalista. Únicamente trae su condición de origen y raíz del modelo económico como preámbulo a la doctrina Neoliberal. Con ello trazamos terreno para que más adelante, tengamos herramientas con las cuales explicar cómo ha sido implementado en México y los efectos que ha traído.

Comenzamos por decir que el “Liberalismo Económico” es una doctrina que tuvo su origen a finales del siglo XVIII -en la etapa histórica conocida como Ilustración-, se extendió en el siglo XIX y tuvo su apogeo en el siglo XX. Sus ideólogos mas representativos son los economistas Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1771-1823). Su corona la alcanzó en la Revolución Francesa. Es la base ideológica del Capitalismo.

Promueve la configuración de una sociedad que proteja su libertad. Bajo esta idea, la sociedad debe exigir la existencia y ejercicio de todas sus libertades. Dichas libertades son la del sentido de propiedad, la de diferenciación social, que, a su vez, conlleva a la contradicción entre los hombres, como un aspecto del orden natural de las sociedades.

De igual forma, propicia que, con esa regla del orden natural de las cosas y/o de las sociedades, debe existir una sociedad libre de cualquier intervención del Estado como ente regulador de éstas. La “no intervención del Estado” -sostiene Smith- es lo único que llevaría al desarrollo de las iniciativas particulares de la sociedad.

En términos más simples, el “Liberalismo Económico” introduce la idea de una sociedad sin Estado, la cual, es el equivalente a una “sociedad en desarrollo”, asumiendo que el desarrollo industrial y comercial no son áreas de competencia del Estado, sino de los particulares y dueños de capitales; es decir, de los grandes empresarios. Bajo esta doctrina, se piensa que la libertad económica o la libre empresa conduciría a una sociedad más igualitaria y al aumento indefinido de la prosperidad.

Para que esto surja, debe existir y garantizarse la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos. También se impulsa la reducción de impuestos a su mínima expresión y una reducción de la regulación sobre comercio y producción. La nulificación del aparato estatal -sostiene esta corriente de pensamiento- asegura la igualdad de condiciones de todos los individuos, lo que permite que se establezca un marco de competencia perfecta, sin ningún tipo de restricciones ni manipulaciones.

Ello -se espera- conduce a un orden espontáneo del libre mercado, generado o potenciado por “la mano invisible”, que incita a que los individuos sigan su interés particular, su necesidad de prosperar, o mejorar su nivel de vida. Su esencia se resume en la expresión francesa Laissez faire, Laissez passer -dejad hacer, dejad pasar-, misma que funge como lema de la teoría económica liberal o Capitalismo.

Las bases de esta doctrina, -complementa David Ricardo-, se hallan en la propiedad privada e individual de capitales. Emanado de ello, las teorías liberales sostienen que las acciones económicas de los individuos son fruto de su propio interés, y que permitirles actuar sin ninguna restricción producirá los mejores resultados. Es lo que asegura la creación de valor. Desde esta óptica, ningún otro medio de producción -tierra y trabajo del hombre- genera tanto valor como el capital -dinero, inversión de los particulares-. De allí la dominación y reproducción generalizada del sistema capitalista, mismo que significa la primacía del capital, del dinero, de los inversionistas, por sobre cualquier otro medio de producción.

Estos son en esencia, los fundamentos del “Liberalismo Económico”, mismos que se piensa, presume y difunde, representan el esquema de “negociación” desde -y entre- los particulares, en un contexto económico y político mundial, donde se cree como “racional” mantener la superioridad del capital o la perpetuidad del sistema capitalista como “solución” a los problemas sociales que viven los países del mundo.

La próxima semana daremos continuidad a este tema, y llegaremos a ver los principios del Neoliberalismo, como una etapa posterior que se extiende hasta nuestros días.

¡Hasta entonces!

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