Índice de desarrollo humano

Para estar en condiciones de contar con una mayor certeza sobre el desarrollo de los países, la Organización de la Naciones Unidas (ONU) ha implementado el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo desde 1990 (PNUD), considerando que las personas y sus capacidades son un indicador sustancial para delinear las condiciones en que se encuentra una población y medir su desarrollo.

            Así entonces, hemos construido alrededor del desarrollo una serie de espejismos, como señalara el gran docente de la UNAM, en la década de 1980, Gabriel Careaga o como se visualizaba por los críticos del desarrollo en ese mismo momento, donde el abismo entre países ricos y países pobres es cada vez mayor y es necesario que la idea de ser pobre precisa hacerse más clara, donde incluso hay quienes son paupérrimos (hoy denominados en pobreza extrema). Insistimos y como lo hemos señalado en anteriores entregas, el ser humano construye, en función de la interpretación de su realidad, mitos que le permiten justificar sus acciones y su lugar en una sociedad determinada, no cabe duda que el desarrollo es un mito, resultando necesario asirlo de manera crítica.

            El desarrollo, proveniente de las ciencias naturales, donde los organismos biológicos se conciben en desarrollo durante un periodo determinado, permitiendo el crecimiento de cada unidad constitutiva, contribuyendo al crecimiento integral, en el caso de lo biológico hay antecedentes genéticos, teniendo siempre como referente un pasado. En el caso del avance socioeconómico se está pensando en un futuro, en un porvenir que es manipulable. Asimismo se establece una relación estrecha con los avances científico-técnicos, asegurando con ello una gran expansión comercial y progreso material, en consecuencia, vendrían los beneficios políticos individuales. La pregunta que nos hacemos es la siguiente, tomando en cuenta el crecimiento industrial, económico y científico, ¿todo ello nos lleva al bienestar social y al progreso individual?

            No cabe duda que la visión de Augusto Comte, fundador de la Sociología, donde las sociedades que han alcanzado un alto grado de crecimiento económico, basado en la ciencia y la tecnología, automáticamente experimentan altos grados de libertades y bienestar.

            Ahora bien, siguiendo con el PNUD y aun con todas las limitaciones que pudiera tener un programa de esta naturaleza, considera que el desarrollo se concibe como el proceso de expansión de las libertades de los individuos, entre las cuales, tres son esenciales: disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y lograr un nivel de vida digno, lo cual nos abre posibilidades de comprender en otros términos el avance cualitativo en los países. Para ello se concibe el Índice de Desarrollo Humano (IDH), como una herramienta clave para este enfoque, pues resume los logros en salud, educación e ingreso de las personas y ofrece un panorama multidimensional del llamado desarrollo, aunque puede tener sus limitados alcances, pero son herramientas indispensables, junto con las ya utilizadas en las colaboraciones anteriores, para tener un panorama fundamentado de lo que sucede en nuestro entorno.

            Los elementos para medir el IDH son salud, educación y bienestar o vida digna, para efectos de este espacio podemos comentar que el más alto en México es la ciudad de México, seguido del norte como Nuevo León, Baja California Sur, Sonora, Coahuila, entre otras, Tlaxcala se encuentra por debajo de la media nacional y por arriba de entidades como Chiapas, Guerrero, Puebla y Oaxaca Michoacán y San Luis Potosí.

            Por otra parte, habría que desagregar por rubro, la evolución de Tlaxcala, en términos de salud, se ha mantenido estable, ligeramente por arriba de la media nacional; por otra parte, en lo que se refiere a educación se ha conservado estancado y está por debajo de la media nacional; finalmente, en cuanto a ingresos, nuestra entidad ha tenido un progresivo índice a la baja durante la presente década y cada vez más se encuentra por debajo de la media nacional. La reflexión se orientaría hacia aspectos relativos a los indicadores utilizados, a la metodología y a la calidad de los resultados, pero lo que consideramos cierto es la necesidad de ofrecer los elementos indispensables y básicos para emitir una opinión. En la próxima semana haremos un análisis de la violencia en México, donde, contrastando con información vertida en esta columna las semanas anteriores, podemos enriquecer la situación del país.

Recomendación

En esta ocasión recomendamos la novela El amante de la gran escritora Marguerite Duras, quien hacia 1984 recibe el premio Goncourt, narración autobiográfica, donde una adolecente de quince años entabla una relación amorosa con un rico comerciante chino, 16 años mayor. Es una jovencita pobre que llega a Indochina, relación amorosa plagada de intenso amor y odio, afectando profundamente a su familia. No cabe duda que los modelos manejados en las sociedades nos determinan, romper con ellos implica una lucha consigo mismo, con su familia y con la sociedad. Duras muere en 1996 a los 82 años.