Horno tradicional de pan se extinguen ante producción industrial

La producción industrial de pan de muerto y el ritmo de vida acelerado ha provocado que los hornos artesanales vayan a la baja y su actividad cese de manera paulatina.

La costumbre en los poblados de elaborar pan de muerto en hornos tradicionales donde la misma familia participaba en los distintos procesos de manufactura se va quedando rezagado poco a poco.

En su lugar, don Apolinar quien desde hace más de 40 años se dedica a esta actividad, señala que la gente ya prefiere comprar el pan elaborado y no acudir a realizar el amasijo y elaborarlo por su cuenta de acuerdo a su particular gusto.

En los últimos años, dice, la gente opta por comprarlo ya elaborado en panaderías grandes en las cuales pueden comprar sólo cierta cantidad de piezas de pan ya elaborado de manera masiva sin considerar las preferencias aficionadas o hasta fobias de cada cliente.

“Antes la gente venía y supervisaba cada paso de la elaboración de su pan, te pedían echarle todos los ingredientes que ellos traían para que quedara a su gusto, tanto en el sabor como en las formas y tamaños del pan”.

Hoy ese escenario es cada vez más escaso, pues comenta que en su horno son pocas las personas que llegan ya a realizar su pan de esta manera y la mayoría son gente de edad avanzada que conserva el gusto por la tradición de elaborar su pan.

“Los más jóvenes ya prefieren comprarlo en la panadería, ya no hacen arrobas que son 10 kilos, ya sólo compran por piezas y pues les dan las que hacen para todos, ya no es personalizado y pierde un poco el chiste, como que no tiene la identidad de quien lo pide”, señala.

Atribuye a ello dos razones, la comodidad de adquirirlo sin necesidad de ir a elaborarlo y el menor costo que representa adquirir sólo unas piezas para las ofrendas o para consumo personal y no tener pan para varios días para el consumo familiar.

“Mientras podamos y haya aunque sea un pedido seguiremos trabajando en este horno de piedra que la da un sabor especial, nos gusta trabajar y pensar en que el pan que le ponen a los que ya se fueron está hecho con cariño por los familiares y por nosotros mismos porque nos gusta este oficio”, concluye.