El frentazo por José Javier Reyes

Una frase tiene tantas connotaciones o posibles interpretaciones, que se puede generar un debate nacional al respecto. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, tiene la extraña virtud de desatar enconadas reacciones con cada expresión.

Lo primero sonó a paranoia. AMLO acusó a un grupo de empresarios entre los que se cuenta a: Alejandro Ramírez, dirigente del Consejo Mexicano de Negocios; Germán Larrea, de Grupo México; Alberto Bailleres, de Grupo Bal; Eduardo Tricio, de Grupo Lala; y Claudio X. González, de Kimberly Clark, de negociar con Los Pinos para construir una candidatura única en torno a Ricardo Anaya, con el fin de derrotarlo por tercera vez en las urnas. Se quejaba el popular Peje de que además estos encumbrados personajes preparaban una campaña negra contra él.

La respuesta no se hizo esperar. El grupo de empresarios (y un alud de membretes) firmaron un desplegado intitulado “Así No”, en el que rechazaron las acusaciones del tabasqueño, las que consideraron “expresiones injuriosas y calumniosas”. El tono del escrito era enérgico, pero no de confrontación.

Pero la respuesta del candidato morenista sí fue rabiosa. De plano acusó a estos empresarios de que “ellos son responsables de la tragedia nacional. Es el grupo que se opone a que haya un cambio en el país.” Y si había alguna duda de que lo suyo era bronca casada con éstos, afirmó: “para ser claros, no quieren dejar de robar”.

Lo que siguió fue una andanada de golpes contra AMLO. Sus contrincantes no iban a dejar pasar la oportunidad de atizarle con todo al desatinado tabasqueño, que una vez más demuestra que la mesura, la prudencia y la tolerancia no son lo suyo. Espacios televisivos le dispensaron tiempo para analizar si él es una amenaza para los empresarios de México. Si sus expresiones a rajatabla son la causa de que se deprecie la moneda y la bolsa mexicana de valores pierda puntos.

Nadie duda que hay “empresarios” cuyo único mérito ha sido “asociarse” con figuras de la política con los que han cometido diversos atracos. Nadie duda que la enorme mayoría de los empresarios mexicanos se esfuerzan por mantener a flote sus empresas en condiciones económicas muy adversas.

Pero lo que sus críticos no advirtieron es que el verdadero “peligro” de López Obrador no estriba en su posición en contra de determinado grupo de empresarios, sino en el hecho de que no exista dicha posición. De que, como ya ha ocurrido con otros actores de la política nacional, sean buenos o malos no por sus acciones, sino por el hecho de estar a favor o en contra de él. Un ejemplo: mantuvo que su oposición a la construcción del nuevo aeropuerto se debía a razones técnicas, que lo hacían inviable. ¿Por qué afirma ahora que podría concesionarlo a un grupo de empresarios, a condición de que inviertan en el proyecto? ¿Dejó de ser inviable sólo porque él decidió concesionarlo?

El peligro, apuntamos, no es la interpretación que hace de los hechos ni las opiniones acerca de tal o cual persona: el problema es que las verdades de hoy se vuelven las mentiras de mañana.