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Golpe de timón por José Javier Reyes

Fe de ratas columna por José Javier Reyes
Domingo 10:29 am, 06 May 2018.
José Javier Reyes
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Golpe de timón por José Javier Reyes

La pavorosa realidad es enemiga de las más hermosas fantasías. Y vean si no: tras el debate presidencial, el PRI se dio a la tarea de propagar a todo pulmón la versión de que el candidato de la coalición Todos por México (PRI-Verde-Nueva Alianza), José Antonio Meade,  ya había rebasado al candidato de la coalición Por México al Frente (PAN-PRD-MC), Ricardo Anaya, y se enfilaba a descarrilar al ferrocarril encabezado por Andrés Manuel López Obrador y su coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PES-PT). Cuestión de tiempo, se apresuraron a difundir.

En la realidad, los hechos desmintieron esta bonita utopía. Encuestas menos alegres y análisis menos sesgados señalaron que el debate había movido muy poco el ranking partidista y que la ventaja de AMLO era cómoda sobre su más cercano perseguidor, Anaya, y virtualmente inalcanzable para Meade. Lo único procedente era que el dirigente del tricolor, Enrique Ochoa Reza, hiciera honor a su apellido materno y orara para solicitar un milagro, pues ninguna de sus, llamémosle “estrategias”, habían servido de mucho. Volver a aquella estratagema de llamarle “Señor López” o simplemente “López” al popular Peje era ridículo: no funcionó hace doce años, no funcionó hace seis y quién sabe por qué iba a funcionar hoy (no se entiende: ¿es una ofensa apellidarse López?). La campaña negra y el anuncio de una serie donde se compara a AMLO con conocidos populistas de América Latina fueron maniobras muy grotescas que tampoco tuvieron efecto.

Y en un escenario que (en el discurso) era el repunte del candidato oficialista, el dirigente del Revolucionario Institucional fue depuesto del cargo por el propio Meade (por lo menos eso dijo él) para ser sustituido por un priista de la vieja guardia, René Juárez Cisneros. No sólo eso, sino que el candidato dejó entrever que habrá más cambios. ¡Quién los entiende! Con la campaña en pleno auge, se anuncia la salida del estratega en jefe, en medio de declaraciones contradictorias que a regañadientes confirmaron lo que la necia realidad parece estar diciendo: la campaña de Meade es un barco fantasma sin timonel y sin rumbo.

El PRI está en todo su derecho, más aún, en la necesidad de rescatar de este naufragio lo que se pueda. Perder la presidencia no es una tragedia tan grande como perder diputaciones, senadurías y quedar, finalmente, en un estado de indefensión extrema. Un golpe de timón puede salvar una estructura territorial que sigue siendo importante. Ganar la presidencia, sin recurrir a los recursos de siempre, aún no está entre lo posible.

No obstante, las lecciones del pasado pueden no estar del todo aprendidas. El encontronazo de AMLO con la cúpula empresarial sugiere que el tabasqueño puede cometer errores que en elecciones anteriores ya le costaron la presidencia. En términos futbolísticos, podría “cruzazulearla”. Probablemente la elección no esté decidida ni mucho menos.

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