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Predicciones innecesarias por José Javier Reyes

Fe de ratas columna por José Javier Reyes
Domingo 11:41 am, 06 Ene 2019.
José Javier Reyes
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Predicciones innecesarias por José Javier Reyes

Una tradición que parece olvidarse es la de hacer predicciones de fin de año. Acaso por predecibles, rutinarias o absurdas, estas listas de hechos ambiguos que presuntos adivinos arrojan en estas fechas, pierden interés. Son parte fundamental de quienes viven de la buena voluntad de un público cada vez más reducido, pero por obvias razones reciben cada vez menos atención.

Y lo que pasa es que los hechos rebasan lo que muchos podrían imaginar. La muerte de la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso Hidalgo y su esposo, el coordinador de los senadores panistas, Rafael Moreno Valle, así como su estela de dudas, incertidumbre y perplejidad era imposible de prever. Y la serie de especulaciones que van de lo razonable a lo descabellado son parte de un hecho que rebasó todo cálculo.

Un fenómeno que debe analizarse es cómo, de entre toda esta maraña de teorías conspirativas, entre sí irreconciliables, algunas empiezan a ganar popularidad. Por ejemplo, el que un grupo de internautas crea que su muerte se debió a un atentado y que otro grupo afirme que todo es un montaje para una supuesta huida, son hechos absolutamente contradictorios. Necesariamente una de estas teorías es falsa.

Lo que sí es previsible, sin necesidad de mentalistas o adivinos, es que sea cual sea el resultado de los peritajes que se realizan para establecer las causas del accidente, nadie parece estar dispuesto a creer otra cosa que no sea su propia teoría de conspiración. Vagan por redes sociales o sitios pseudoperiodísticos supuestos avances de las investigaciones que se desarrollan, apuntando en favor de uno u otro complot. Algunas de éstas serían divertidas, de no ser porque involucran un hecho trágico y que merece la mayor seriedad.

Llama la atención la idea de que no importa cuántos equipos de especialistas vengan a México para investigar los hechos, los peritajes revelarán lo que los autores de la conspiración quieran hacer creer y ocultarán la verdad. ¿Y entonces para qué traer a los investigadores? Para ocultar la verdad no es necesario que venga nadie, los mexicanos somos bastante buenos para ello. Entendemos que la credibilidad de las comisiones investigadoras está muy devaluada, pero ante la gran necesidad de calma social, deberíamos de hacer un intento supremo de esperar a los resultados de la investigación y después (sólo después) desacreditarla. O de plano suspender las investigaciones si a final de cuentas nadie las va a creer.

Porque ya es un hecho que hoy, que disponemos de más información que nunca, menos estamos dispuestos a creer las versiones oficiales. La creencia de que “la verdad nunca la vamos a saber” se está arraigando en nuestra idiosincrasia: somos un pueblo engañado, las autoridades nos roban, nos mienten, nos ocultan hechos. El mundo es un enorme complot y ni siquiera necesitamos demostrarlo, pues la prueba del complot es que no hay pruebas.

Que no conoceremos la verdad es cierto, porque no podemos conocer todos los hechos. Pero que la prueba del complot es que no hay pruebas es un sinsentido que debemos desterrar de nuestra mente. Y en México menos que en ninguna parte. Porque si las autoridades de cualquier nivel quisieran ocultar los hechos, seguro que no podrían hacerlo. Ni para eso sirven.

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