Una petición extemporánea por José Javier Reyes

Lo único más incómodo que ofrecer disculpas que nadie quiere es pedir disculpas que nadie quiere dar. Pedir disculpas cuando los agraviados tienen 500 años de muertos y cuando sus descendientes vivos están tan agraviados como los de hace cinco siglos, no por un gobierno colonialista, sino por una sociedad racista, que discrimina al “indio”, al “naco”, al “patarrajada” con la misma virulencia con que se reverencia a nuestros antepasados históricos: veneramos una estatua de Cuauhtémoc y despotricamos en memes contra Yalitza Aparicio.

Y cuando los agraviantes están igualmente muertos y desde hace 200 años México y España son dos naciones que comparten, además del idioma, los problemas propios de países que tienen un lugar secundario en sus respectivos continentes.

Lo curioso es la cantidad de reacciones, la mayoría adversas, que causó la petición del presidente de México, Andrés López Obrador, de que tanto España como el papa deberían disculparse por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la guerra de conquista. El Vaticano recordó que el papa Francisco lo había hecho en su momento y que no hablaría más del asunto.

Hubo, bueno es recordarlo, un Tratado Definitivo de Paz y Amistad entre la República Mexicana y la Reina Gobernadora de España, Isabel II, firmado el 29 de diciembre de 1836 en el que se acordó “olvidar para siempre las pasadas diferencias y dimensiones”. Aunque es claro que esto no era una disculpa sino el clásico borrón y cuenta nueva.

Llama la atención la desdeñosa respuesta dada por el Estado español. En vez de dejar pasar el asunto u ofrecer una diplomática disculpa, el gobierno de España prefirió “rechazar con toda firmeza” la solicitud de López Obrador. La respuesta tuvo tintes de cinismo: “La llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas.”

¿El homicidio, la violación, el etnocidio, la destrucción sistemática de una cultura, se deben juzgar como meros accidentes del pasado? ¿Hoy son crímenes de lesa humanidad y antes fueron errorcitos? Eso equivale a decir que el canibalismo ritual que practicaron los pueblos mesoamericanos era, en esa época, una práctica religiosa piadosa y aceptable.

AMLO afirmó que se sobredimensionó su petición de disculpa. En rigor, no. Fueron tantos los crímenes que se cometieron en unos cuantos años que no habría disculpas suficientes para reivindicar a los pueblos originarios. Lo que ocurrió es que, habiendo tantos problemas reales en el país, traer a colación esta petición extemporánea era bastante ridículo. Alguien lo ha comparado con la presentación de disculpas que el actual gobierno realizó a los padres de las víctimas de crímenes del pasado. Nada más lejos de la realidad. Los ofendidos están vivos y esperando justicia. La disculpa es la primera parte de un largo proceso.

Pero ni los españoles de hoy son los conquistadores del pasado ni los mexicanos del presente tienen relación con los “pueblos originarios”. Sin problema, el gobierno español pudo haber otorgado las disculpas solicitadas. Los verdaderos destinatarios de las mismas ya no están para escucharlas. Y de todas maneras, no habría servido para nada.