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A propósito de la revolución mexicana. Domingo y Cirilo Arenas

Desde La Sociología por Luis Pérez Cruz
Domingo 09:54 am, 01 Dic 2019.
Luis Pérez Cruz
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A propósito de la revolución mexicana. Domingo y Cirilo Arenas

La semana anterior nos abocamos a reflexionar sobre la trascendencia de Felipe Ángeles, un personaje digno de recuperarse por su valor intelectual, su postura política y sus capacidades militares, pero al igual que muchos fue víctima de la revolución misma.

          Aseveramos lo anterior porque recordamos a dos revolucionarios tlaxcaltecas, Domingo y Cirilo Arenas, que vivieron en carne propia la persecución de las fuerzas revolucionarias de Emiliano Zapata y finalmente de los constitucionalistas, ya que ambos ejércitos no garantizaban las aspiraciones de la región Puebla Tlaxcala. También fueron víctimas de la Revolución.

           En esta ocasión y recordando el texto de Mario Ramírez Rancaño La Revolución en los volcanes. Domingo y Cirilo Arenas, escrito hacia 1995 y presentado en nuestra Universidad Autónoma de Tlaxcala poco después, le pedí a Don Mario, después de breve charla, me dedicara su texto, escribiendo lo siguiente:

“Los hermanos Arenas deben ser reivindicados y espero que me ayudes

Gracias

Mario Ramírez Rancaño

1998

          Me resultó de particular interés el tratamiento que nos ofrece Ramírez Rancaño, ya que considera tres razones fundamentales para reivindicar a los hermanos Arenas; primero, la rebelión arenista durante los primeros años se circunscribe básicamente a Tlaxcala, sin dejar de influir en la zona poniente de Puebla, los alrededores de la Malinche fueron su lugar de refugio y acciones. Entre 1916 y 1920, y esencialmente con la muerte de Domingo en 1917, Cirilo logra consolidar su presencia en las faldas del Popocatépetl y el Iztacíhuatl, además extiende la zona de influencia hacia Hidalgo y Estado de México, teniendo quizás su auge en estos años.

          En segundo lugar y como consecuencia de lo anterior, la influencia de los revolucionarios arenistas se extendió hacia las entidades vecinas e incluyo llegan hasta la huasteca veracruzana, por lo que no es un movimiento geográficamente estrecho.

          En tercer lugar, ideológicamente fue una rebelión que apoyó decididamente a la Convención y fue caracterizado como un agrarismo radical, además de hacer grandes repartos agrarios, pero su adhesión a los carrancistas desató la furia del zapatismo, la desconfianza de Carranza los orilló a convertirse en una fuerza política y militar autónoma. Los arenistas quedaron sin el apoyo de los dos grandes ejércitos que se disputaban el centro del país.

           Según Mario Ramírez,  Domingo Arenas fue asesinado por los zapatistas y Cirilo por los carrancistas, ello nos permite visualizar el grado de complejidad política de la década 1910, además de lo difícil de definir los vertiginosos acontecimientos entre 1917 y 1920, dejando el país en manos de la aciaga dupla de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

          Finalmente, consideramos un detalle importante que Mario Ramírez Rancaño señale lo siguiente: “Con la muerte de Cirilo, la señora Margarita Pérez, quedó totalmente sola y desamparada: había perdido a su esposo, a sus hijos Domingo y Emeterio, y ahora a Cirilo. Pero como a pocas madres, la historia la registra por haber ofrendado a sus tres hijos en aras de la revolución agraria mexicana.”

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