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Bolivia por Luis Pérez Cruz

Desde La Sociología columna por Luis Pérez Cruz
Lunes 09:04 am, 18 Nov 2019.
Luis Pérez Cruz
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Bolivia por Luis Pérez Cruz

Bolivia es el centro de atención desde hace un par de semanas, ya que se fraguó un golpe de Estado que se quiso disfrazar agregándole que es civil, sobre todo por la mala fama de las dictaduras de finales del siglo XX, basadas en golpes de Estado con la intervención muy activa de los militares. A partir de ese hecho se han desatado en las redes sociales la lucha por la legitimación del golpe, curiosamente teniendo como base ideológica la religión. Los golpistas, de manera enfática, señalaron el regreso de la Biblia y la supresión de la  Whipala, que representa “con sus cuadros y sus siete colores el emblema de los pueblos indígenas en varios países andinos y ligada en Bolivia con el gobierno del presidente Evo Morales.

La autonombrada presidenta interina, Jeanine Áñez, inició su gobierno con la biblia en la mano, dando un giro fundamental a la política de Bolivia y su relación con la religión. La presidenta Añez asevera "Dios ha permitido que la Biblia vuelva a entrar a Palacio. Que él nos Bendiga", dijo mientras ingresaba a la sede presidencial en la Paz blandiendo un antiguo ejemplar bíblico y gritando ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!". Asimismo en su búsqueda por la legitimidad agradece “a los movimientos cívicos, sociales y a la ciudadanía "por haber pensado solo en Bolivia", la gobernante levantó la Biblia y dijo "esto es por Bolivia".

Con  la Constitución de 2009, Bolivia pasó a ser un Estado laico, "independiente de la religión” la anterior Constitución señalaba que el "Estado reconoce y sostiene la católica, apostólica y romana" como religión oficial, aunque reconocía " el ejercicio público de todo culto".

Al asumir la presidencia Morales, en 2006, tanto el mandatario como otros funcionarios públicos dejaron de jurar sobre la Biblia. Tanto el mandatario como algunos funcionarios fueron posesionados con la mano izquierda arriba, señal de la militancia de izquierda.

Ante el cuestionamiento de las pasadas elecciones de octubre, en las que la oposición denunció un fraude de Morales, para perpetuarse en el poder, el libro sagrado adquirió una relevancia excepcional y ha estado presente como símbolo fundamental de la oposición boliviana.

Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico de la próspera región de Santa Cruz, bastión de la oposición, anunció que llevaría las Sagradas Escrituras a la casa de gobierno para forzar la salida de Morales, quien se había declarado ganador de los comicios, haciendo hincapié en lo siguiente: "No estoy yendo con armas, voy con mi fe y mi esperanza; con una Biblia en la mano derecha y su carta de renuncia en mi mano izquierda". Esto lo dijo Camacho, en un mitin el lunes 4 de noviembre a los pies del monumento del Cristo Redentor en Santa Cruz de la Sierra. El dirigente cumplió su promesa y un día después de la renuncia de Evo Morales, cuando entró al Palacio Quemado, se arrodilló y colocó una Biblia en el salón principal, sobre una bandera boliviana.

Histriónico, elocuente y fundamentalista, el líder Camacho fue esencial para permitir la renuncia de Morales, al impulsar movilizaciones callejeras a las que siguieron un motín policial y la decisión de las Fuerzas Armadas de sugerir la renuncia de su comandante en jefe.

Finalmente, hay mucho por reflexionar, ya que es necesario pensar sobre la reorganización de las derechas en América Latina, las nuevas formas de intervención en los asuntos internos de los países, la lucha comercial entre las grandes potencias, el desarrollo económico, el rol de los militares, el crecimiento de las sectas evangélicas, los mal llamados gobiernos socialistas, entre muchos otros.

De lo antes visto se concluye que los sectores conservadores, inconformes desde la llegada de Morales a la Presidencia, han visto la oportunidad de golpear y la Biblia y la religión son la forma en que buscan legitimarse y marcan el inicio de las medidas para retroceder en el ámbito político y legal.

La complicada situación en Bolivia, hay que decirlo, fue desatada por el empeño de Morales de mantenerse en un nuevo mandato, para lo que tuvo necesidad de moldear a modo las instituciones democráticas, incluidas las judiciales, modificando e interpretando las leyes de acuerdo con sus deseos.

De esta lección los mexicanos debemos aprender, escarmentar en cabeza ajena y que no se repita la experiencia boliviana, que a nada bueno nos llevará. El caso del nombramiento de la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos es un magnífico ejemplo de lo que debemos evitar y, si queremos alardear de una transformación, debemos evitar esas prácticas que ya conocimos antes, desterrarlas para siempre.

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