¿Austeridad o control político? Columna por Gaby Flores N

I. Comienzan a despertar dudas las propuestas planteadas por el próximo gobierno federal.

Los analistas consideran que lo planteado por Andrés Manuel López Obrador es todo, menos un plan de Gobierno completo, estratégico y coherente.

Sus propuestas de austeridad son únicamente medidas que pretenden a satisfacer a sus votantes.

Por ejemplo, prescindir del avión presidencial no parece buena idea a la hora de que el presidente viaje en vuelos comerciales, pues resultará más caro, y no tiene ningún sentido en términos de austeridad.

En cuanto a la desaparición del Estado Mayor Presidencial, hay que recordar que su función no es cuidar al Presidente, sino a una figura de Estado, que tiene que protegerse para garantizar la estabilidad de este.

Las medidas de austeridad y de combate a la corrupción son buenas, pero sería importante que los del gobierno entrante se replieguen y se pongan a pesar en los grandes temas y a partir de ahí tomar decisiones específicas. 

II. El proyecto de las zonas económicas especiales es un proyecto interesante, pero en el papel va lento y el rezago del sur es abismal. Y ese rezago no se va a revertir moviendo dependencias, sino creando infraestructura, y generando inversión y capital humano.  

La idea de la descentralización de las secretarías federales es contradictoria, porque va a ser muy costosa. No solo se van a dispersar familias, sino que miles de trabajadores de confianza serán despedidos, no con base a un criterio de eficiencia, sino de racionalidad, lo cual es un despropósito.

Es preocupante que la austeridad se vuelva el eje de un plan que carece de estudio real y medidas adecuadas, y más aún que subsista un intento de marcar agenda todos los días para ganar adeptos y reafirma simpatías.    

Los cambios son necesarios, sin duda, pero a partir de una diagnostico serio, de un análisis real, y no por meras ocurrencias que prometen que el caldo sea más caro que las albóndigas.

III. Un tema que realmente genera escozor es de los nuevos coordinadores estatales de programas de desarrollo.

La figura va en contra del federalismo, porque en los hechos es un nombramiento político y de contrapeso del Gobernador. Serán auditores que van a vigilar los recursos federales, lo cual estaría muy bien si no hubiera ya instituciones para ello.

Además, tarde o temprano, estos coordinadores serán candidatos a gobernadores de los Estados, lo que supone que su cargo será así como una suerte de campaña por anticipado.

Por otra parte, no se ha explicado si desaparecerá solo la figura del delegado o de toda la delegación. Lo que sí es una promesa es que habrá despidos masivos de los que únicamente quedarán a salvo los trabajadores de base, que no son garantía de profesionalismo, sino de burocratismo.

Más allá de un plan de austeridad, lo que hay a la vista son mecanismos de control político.

Ninguna votación justificaría ni un tipo de exceso de poder como el que va implícito en las medidas expuestas por López Obrador. Pero así sucede, y hay que estar atentos.

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