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1968 por Luis Pérez Cruz

Columna Desde la Sociología por Luis Pérez Cruz
Domingo 05:46 pm, 07 Oct 2018.
Luis Pérez Cruz
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1968 por Luis Pérez Cruz

La semana pasada estuvo saturada de recordatorios sobre el llamado “movimiento estudiantil del 68”, de hecho fue un alto en el camino de la construcción mitológica de un hecho histórico en la historia contemporánea de nuestro país, no es este artículo, de ninguna manera, la denostación de quienes participaron de una u otra manera o fueron víctimas de la visión equivoca del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, para él resultaba más importante llevar a cabo y concluir en los mejores términos los Juegos Olímpicos, además ser coparticipes de evitar a cualquier costa el asentamiento del comunismo en México.

           

            No es el objetivo de esta columna, pero es necesario mostrar nuestro punto de vista y, desde la sociología, una perspectiva que pretenda acercarse  a la realidad de un hecho que es importante en la historia reciente de México.   

            Resulta de particular interés considerar el contexto de México y el papel desempeñado por los gobiernos mexicanos después de concluida la segunda guerra mundial, nos referimos a la llamada guerra fría, que podríamos resumir en la disputa por el mundo entre las dos grandes potencias emanadas de esa guerra, nos referimos a la Unión de Repúblicas Soviético Socialistas (URSS) y los Estados Unidos.

            No vamos a realizar ni una síntesis de acontecimientos, ni vanagloriar, ni denostar a ninguno de los actores de ese momento, creo que se hace cada año, siendo la eterna lucha entre los buenos y los malos, la diferencia en este año, nos quieren hacer creer, que triunfó el bien y hemos arribado a la glorificación de quienes ofrendaron su vida por nuestro país.

            Considero, siendo una apreciación muy personal y por ello hablo en primera persona del singular (no siendo mi costumbre), que se ha construido una doctrina de mitología muy propia de nuestra sociedad.

            Voy a recuperar al sociólogo Emilio Durkheim, quien particularmente trata el fenómeno del mito como parte  de la estructura amplia de la religión y asevera lo siguiente en Las formas elementales de la vida religiosa: “Destaquemos, desde el principio, que en todas estas formulaciones se trata de expresar directamente la naturaleza de la religión en su conjunto. Se procede como si la religión formara una especie de entidad indivisible, cuando en realidad es un todo formado de partes; es un sistema más o menos complejo de mitos, dogmas, ritos, ceremonias. Ahora bien, un todo no puede ser definido sino en relación a las partes que lo constituyen. Resulta pues más metódico intentar caracterizar los fenómenos elementales que constituyen una religión antes que el sistema producto de su unión.”

            Con base en su idea general sobre la religión, estamos en condiciones de señalar que Durkheim apunta que la religión precisa tratarse como un hecho social, además de coincidir con Max Weber de que, desde la sociología, no tenemos como misión estudiar la esencia de la religiosidad, sino la conducta que ésta origina; por ello consideramos que no debemos especular sobre la legitimidad  de la creencia, sino estudiar el comportamiento religioso como un actuar social.

            Ante este panorama, precisamos entender que la construcción del mito del 68 responde a la esencia religiosa de nuestra sociedad, además de tener claridad que no es el único, sino que la historia de las sociedades se finca en precisamente religiosidades que permiten la cohesión  y la unidad, ante grupos cada vez más amplios.

  Con fundamento en el 68 se ha construido toda una visión de la realidad mexicana contemporánea, donde la heroicidad, las proezas y la visión prometeica de luchadores sociales constituyen la simbología para legitimar una lucha reivindicadora de eternos ideales en favor de grupos discriminados, excluidos y sumidos en la pobreza; ello es legítimo, pero el inconveniente es que repetimos en cada momento de nuestra historia los mismos mitos que proporcionan certidumbre, esperanza y la idea de un futuro promisorio.

               El mito del 68 ha sido un punto de referencia para justificar la existencia formal de la izquierda mexicana en el ámbito político, llámese de las instituciones, desde las universidades públicas hasta las dependencias gubernamentales. La utilidad del movimiento del 68 ha permitido ampliar las expectativas, durante muchas décadas, de una clase política que vive del erario público.

            Entonces, el mito es una construcción ideológica que nos permite la conservación en la memoria colectiva una serie de hechos con un fin específico, precisamos construir una visión diferente de la realidad, no es posible continuar haciendo de la martirología nuestro punto de referencia del pasado y construir, en función de ello, nuestro presente.

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