Las cien universidades por Luis Pérez Cruz

En las últimas semanas hemos sido testigos de una serie de reflexiones sobre las cien universidades, propuesta de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador, donde las principales preguntas se orientan hacia ¿Dónde estarán? ¿Cuánto costarán? ¿En quién recaerá la rectoría? Precisamos que es poca la información y poco lo que sabemos del plan de construcción de universidades, pero sobre todo no sabemos la concepción, la naturaleza y el propósito de la creación de dichas universidades.

En el pasado diciembre de 2018, el presidente de México aseguró “que se contemplan mil millones de pesos para el proyecto que ya inició en las regiones más apartadas del país y agregó que más de 50 terrenos han sido donados por ejidatarios, van a tener todas las disciplinas y carreras acordes con la vocación de las regiones y tienen un presupuesto considerado de mil millones de pesos".

Consideramos necesario, para tener claridad sobre un proyecto que no se convierta en algo innecesario y fallido, hacer una serie de reflexiones para esclarecer los propósitos y el fin último de la creación de las 100 universidades, de lo contrario corremos el riesgo de continuar con el derroche de recursos.

Por ejemplo y me gustaría recuperar dos pasajes de la historia de la educación superior para tener elementos y esclarecer hacia dónde vamos; por una parte, el discurso de Justo Sierra cuando se inaugura la Universidad Nacional el 22 de septiembre de 1910, además del discurso del Rector Barros Sierra el primero de agosto de 1968, ante la embestida del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

Justo Sierra, en la inauguración de la Universidad Nacional en 1910, puntualiza lo siguiente: “Me la imagino así: un grupo de estudiantes de todas las edades, la edad de la plena aptitud intelectual, formando una personalidad real a fuerza de solidaridad y de conciencia de su misión, y que, recurriendo a todas fuentes de cultura, brote de donde brotare, con tal que la linfa sea pura y diáfana, se propusiera adquirir los medios de nacionalizar la ciencia, de mexicanizar el saber.” Posteriormente añade “Realizando esta obra inmensa de cultura y de atracción de todas las energías de la República, aptas para la labor científica, es como nuestra institución universitaria merecerá el epíteto de nacional que el legislador le ha dado; a ella toca demostrar que nuestra personalidad tiene raíces indestructibles en nuestra naturaleza y en nuestra historia.”

Por otra parte, Javier Barros Sierra, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el primero de agosto de 1968 hace hincapié en que la autonomía es la suma de luchas en diferentes momentos de la historia de nuestro país, se juegan, no solamente,  los destinos de la Universidad y del Politécnico, sino del pueblo de México; además puntualizó que la UNAM está del lado de las causas justas. Más adelante señaló que las instituciones de educación superior han demostrado que responden a los anhelos de responsabilidad y por el progreso de México.

Hacemos hincapié que es necesario puntualizar y esclarecer los propósitos de la creación de las 100 universidades, si no caeremos en la retórica, aún más, en la simulación y una calidad de la educación que no nos lleve a nada.

En la siguiente entrega mostraremos algunos elementos que nos permitan mostrar la viabilidad de las 100 universidades, pero también reflexionar sobre una postura crítica sobre el papel de la universidades públicas mexicanas; partimos de la idea de que está tiene que ser una oportunidad de las universidades autónomas para cambiar, no podemos seguir con la idea de que las cosas están bien, hay vicios e inercias que han estancado a las universidades.            Reiteramos, es  necesario hacer dos cosas: una, precisamos hacer un balance crítico del papel de las universidades autónomas, además de mostrar vicios e inercias; por otra parte, también resulta pertinente considerar la creación de universidades, pero con objetivos y propósitos bien definidos, no por ocurrencias.