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¿Qué se espera del próximo presidente?

Columna por el Prof. y Antrop. Soc. J. A. Javier González Corona
Domingo 09:54 pm, 03 Jun 2018.
Prof. y Antrop. Soc. J. A. Javier González Corona
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¿Qué se espera del próximo presidente?

No sé si sea quimera, pero quiero plantearlo como una voz pública de quienes comentan en cafés, plazas, campos deportivos, restaurantes e incluso bares, en relación a la pregunta obligada en estos tiempos electorales: ¿Qué se espera del próximo presidente?

-Acepte su triunfo con humildad, respeto y responsabilidad, asumiendo un compromiso con quienes votaron por él y los que no, sin distingo de colores partidistas.

-Enaltecer y llevar a la práctica principios denigrados en la retórica del discurso político: democracia, igualdad, equidad, respeto a la pluralidad cultural y principalmente honestidad. Sobre lo último, afirma la gente, no se justifica el “ya casi formamos parte del primer mundo”, cuando nuestra realidad dice lo contrario.

-Respeto absoluto en su autonomía a los poderes legislativo y judicial. Parte del Ejecutivo es proponer iniciativas, más no imponerlas a través de una fracción mayoritaria que espera recibir canonjías y, en el segundo, autonomía plena en su ejercicio, permitiendo una seguridad y justicia sin distingo de clase, ni etnia social.

-Mantenga la crítica ante el gobierno racista de Donald Trump, poniendo el ejemplo con nuestros vecinos centroamericanos, pues parece que hacemos lo mismo. Ojalá me equivoque.

-Respeto a la cultura de quien lo llevó al poder, entre ello, la Lengua. Nuestro país la usa desde hace 500 años y aunque fue un idioma impuesto, merece ser valorada. Está de moda por parte de varios políticos, utilizar el idioma inglés en sus discursos, esperamos que el próximo presidente no lo haga. Ser políglota no es malo, al contrario. Simplemente me parece una forma de aculturación innecesaria, cuando hay traductores humanos y tecnificados. Y más, cuando se representa a un país y a una cultura.

-Un respeto a la pluriculturalidad de los pueblos indígenas. Recordemos que siempre han sido un orgullo de México; pero desgraciadamente bajo los intereses de un capitalismo abrumador que los ha convertido en un simple mercado turístico. Manteniendo a los grupos indígenas en la miseria, a tal grado que ser indígena es sinónimo de pobreza y de escasa o nula educación.

-No pretenda ser héroe o redentor y si quiere ser calificado así, que sus acciones y proyectos de beneficio social lo respalden. Al pueblo le corresponde juzgarlo.

-Respete y valore el patrimonio cultural y entender, que no únicamente las pirámides y construcciones coloniales son lo más importante; existen también comidas, bebidas, artesanías, ritos, mitos, costumbres, tradiciones, lenguas y un sinnúmero de elementos más.

-Reflexione sobre la reforma educativa. Pues esta no se hace con la opinión e interés de un grupo minoritario, quienes le apuestan al control y manipulación de los educandos; sino que parta de la opinión y experiencia de docentes, investigadores, padres de familia e incluso de los propios alumnos. Requerimos de una reforma que considere como objetivo una educación de calidad, más no, laborista.

-Permita una inversión pública y privada bajo un compromiso de respeto a los derechos laborales y salariales de los trabajadores. Estamos tan mal, que gente extranjera manifiesta su apoyo al aumento del salario mínimo. Así verán nuestras condiciones de vida.

-Parar la monopolización en el agro, industrias, comercio, turismo e incluso en los espacios recreativos. Apoyando a los pequeños y medianos empresarios de origen nacional.

-Autorice a los campesinos apoyos económicos, técnicos y de orientación agrícola, evitando productos transgénicos; además de buscarles mercados internos y externos del país. Limitando la importación de productos.

-Se olvide de la actitud paternalista tradicional, ya estamos cansados de ello. Esa actitud por años, ha sido un medio para comprometer el voto de quienes fueron favorecidos en cada una de las elecciones.

Podría seguir señalando aspectos básicos que se comentan cotidianamente. Por ejemplo, durante el último debate se observó que el formato sigue siendo cuadrado y preparado: preguntas previamente conformadas, donde los asistente se prestaron únicamente para leerlas. Una conductora sobrada de protagonismo, realizando preguntas más extensas, de las respuestas que le dieron. Pero lo peor, fue ver a los candidatos metidos en un espectáculo, queriendo hacer reír a la gente, como si estuvieran en uno de los muchos concursos chafas de algunas empresas televisoras. Al final, los seguidores de cada candidato mediante otro espectáculo, queriendo quedar bien, afirmaron que ganó su gallo. Sin que esos gallos presentaran proyectos serios de índole económico, político y social a favor de la ciudadanía que radica en el país y de quienes han migrado. La pregunta inicial, la cambio ¿Esto último esperamos del próximo presidente?

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