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El camino de la globalización por Juan Espinoza Briones

Columna por Juan Espinoza Briones
Martes 02:43 pm, 08 May 2018.
Juan Espinoza Briones
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El camino de la globalización por Juan Espinoza Briones

La “globalización” es una palabra con la que se idealiza o define al mundo como un todo interconectado. Un proceso que “permite la ruptura” de fronteras nacionales, diferencias étnicas, religiosas, ideologías políticas y condiciones socioeconómicas o culturales. Decir que vivimos en un mundo globalizado, trae de fondo la idea de que el mundo es visto como un país grande, con una sola sociedad, que cada día se va volviendo más homogénea -igual- y, en consecuencia, las diferencias que la distinguen se van perdiendo con el curso del tiempo y con el avance del proceso globalizador.

Ser una sola sociedad mundial igual y única -valga la redundancia-, significa que todos sus integrantes deben poseer estilo de vida similar, idéntica cultura, ideología política parecida y deben vivir bajo el mismo sistema socioeconómico. Es un proceso que vivimos hoy día. Ha ido cumpliendo su objetivo de expandirse por todo el mundo -y convertirlo en un solo país- en las últimas décadas de la época contemporánea -segunda mitad del siglo 20- y continua en lo que llevamos del siglo 21.

Para realizarla se emprenden acciones desde diferentes dimensiones, que van desde la económica, política, cultural, tecnológica, social, empresarial. Consiste en una comunicación e interdependencia creciente entre los países del mundo, que conlleva a unir sus mercados, sociedades, y culturas, mediante transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. La globalización es la nueva fase histórica del Capitalismo.

Su dimensión económica se concreta con la mundialización de los mercados financieros y en la regionalización. Para esto, las economías locales -de cada país- se integran a una economía de mercado mundial, en cuyo contexto, los modos y procesos de producción y los desplazamientos de capital -dinero e infraestructura industrial- se gestan a escala planetaria. En el mundo globalizado cobra mayor importancia el rol que juegan las empresas multinacionales y el libre movimiento de capitales a la par de la implantación definitiva de la sociedad de consumo.

Políticamente, sus efectos se hacen presentes con el debilitamiento y paulatina aniquilación del Estado Interventor, con la privatización de las empresas paraestatales y la desregulación de los mercados financieros. Esto es posible mediante el ordenamiento jurídico que tiene como misión uniformizar y simplificar procedimientos y regulaciones a escalas nacionales e internacionales con fines de garantizar y mejorar las condiciones de competitividad y de seguridad jurídica. Esto es, que en términos jurídicos los dueños de los capitales globales -las empresas trasnacionales- tengan las condiciones para lograr maximizar sus tres objetivos principales: 1) la producción de mercancías, 2) la obtención de ganancias -plusvalía- y 3) la reproducción del Capital.

Sin lugar a duda, lo más destacable dentro del proceso globalizador es el debilitamiento exponencial de la soberanía de los Estados-nación, ante a las compañías trasnacionales y los organismos internacionales, principalmente el Banco Mundial -BM- y el Fondo Monetario Internacional -FMI-. Dichas compañías y organismos se convierten en actores de gobernanza; es decir: gobiernan sin ser gobiernos en múltiples naciones del mundo, incluida México. Son ellos quienes planean, diseñan y asignan sus planes supranacionales, siempre anteponiendo sus intereses, al margen de los gobiernos nacionales. Desde esta óptica, ni Enrique Peña Nieto, ni los diputados o los senadores gobiernan en México, menos el pueblo mexicano. Ni siquiera Donald Trump gobierna los Estados Unidos. Son las corporaciones en comunión con los organismos antes citados quienes imponen sus intereses. Los poderes estatales son ejecutores de las órdenes extranjeras.

Esto implica que los gobiernos van perdiendo atribuciones. En su afán de hacer bien la tarea, tanto gobiernos como partidos políticos pierden su popularidad y legitimidad de antaño. Como consecuencia de la existencia de regímenes despóticos autoritarios, se hace manifiesta la transición hacia la democracia participativa, para ello, el activismo se gesta en torno a los movimientos sociales y tomando como una de sus principales herramientas a las redes sociales. También se hace universal el reconocimiento -aunque no se respetan- de los derechos fundamentales de la ciudadanía.

En términos culturales, se interrelacionan las sociedades y las culturas locales en una cultura global. Hay un intento de homogeneización mediática y con ello el advenimiento de la idea de aldea global. Aunque difícilmente se reconoce, la cultura que se promueve bajo la idea de la globalización es la cultura del consumo, la ideología neoliberal, la preservación del Capitalismo como única forma de economía para resolver los problemas sociales del mundo -aunque en realidad, no lo es-.

Globalizar el mundo requiere abatir los proyectos de gobiernos socialistas -entiéndase populistas-, con ideologías de izquierda y cualquier otro proyecto que de raíz no tenga nada que se promueve con el proyecto globalizador. Se pretende -y ya casi se logra- una sola sociedad neoliberal mundial. Ideológicamente, los dogmas, valores y credos colectivistas y tradicionalistas se menosprecian por el apuntalamiento del individualismo y el cosmopolitismo, característicos de una sociedad abierta. Pierden sentido -o así se hace ver- las formas de organización social comunal y el altruismo.

La revolución tecnológica acelerada y desmedida es uno de sus pilares mas grandes. Gracias a los avances que ha dado en campos como los medios de transporte y las telecomunicaciones -TICS-, es posible el libre tránsito de personas y la masificación y difusión instantánea de la información a través de la internet. Mediante el uso de la tecnología se hace mas eficiente la producción, lo que da pie al nacimiento de la producción flexible y el consecuente reemplazo del modelo de producción fordista o en serie.

En la dimensión económica, la innovación tecnológica constante también potencia la eficacia de los mercados financieros -dinero especulativo-. Permite desplazar gigantescas masas de dinero en tiempo real, con un solo clic, de un hemisferio terrestre al otro, desde la comodidad del teléfono celular en la palma de la mano y sin la necesidad de un banco como intermediario. Recientemente, en 2009, este proceso toma mayor relevancia con el nacimiento de las Criptomonedas en general, y de la Blockchain -cadena de bloques- de Bitcoin en particular. Se está gestando la revolución económica digital, cuya transición apunta del dinero Fiat, controlado por los bancos y los gobiernos, al dinero digital, controlado por las leyes y dinámicas del libre mercado. Su dirección final, no muy lejana, apunta hacia la Criptoeconomía.

Los medios de comunicación también sufren un cambio de importancia; ahora los medios impresos son desplazados por la producción colaborativa mediante la web. Asistimos el nacimiento de numerosas plataformas informativas digitales, que también ven un punto de apoyo gigante en la in-nacionalización de las redes sociales. También el entretenimiento resulta beneficiado con la mundialización de la internet.

Geopolíticamente hablando existe un dilema. La comunidad internacional no tiene claro si adopta por completo la unipolaridad del imperialismo estadounidense o apoya el surgimiento de nuevas potencias regionales. Desde luego que el propósito del proyecto globalizador es la primera opción. Debido a ello, en el ámbito militar, presenciamos conflictos entre grupos armados no estatales -el surgimiento de autodefensas o el EZLN en México- y los ejércitos estatales. Mientras tanto, los países que realizan intervenciones militares en otros países -véase la intromisión de EE. UU en Venezuela, Siria e Iraq-, buscan ganarse a la opinión publica nacional e internacional formando coaliciones multinacionales. Justifican tal intervención con la excusa de combatir alguna amenaza, garantizar la paz social local, velar por el cuidado y protección de los derechos humanos. Aunque en realidad, su objetivo es completamente distinto, imponer la economía extractiva, por citar un ejemplo. Se pasa por alto el análisis o discusión de la viabilidad de su justificación, o el principio de no intervención y de oposición de guerras. La Ley de Seguridad Interior, recientemente aprobada en México, tiene este trasfondo. En futuras entregas iremos ampliando el análisis de los efectos que ha traído consigo el proceso globalizador en nuestro país.

¡Hasta entonces!

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